10 nov 2006

Patriotismo


Hay temas de los que es fácil arrepentirse de opinar. Puedo, por ejemplo, para estimular una discusión, exagerar mi punto de vista con respecto al patriotismo. Decir que es más el mal que ha causado, que lo contrario. Decir que cualquier país puede listar sus orgullos insignificantes: los mensurables (como tener al más alto PIB per capita) o los subjetivos (las mujeres o playas más lindas). Decir que cualquier país puede pagar a una agencia de publicidad por mostrar su lado amable para venderlo como producto turístico o destino de inversores. Decir que si el patriotismo se basa en las cualidades humanas es una generalización absurda; que si se basa en las riquezas naturales es accidental y difícilmente único; que si se basa en las glorias deportivas es tendencioso y superficial; que si se basa en los éxitos en cultura popular es un desafuero. Y se puede seguir, pero una de cada tres personas se sentirá ofendida, porque creerá que un ataque contra el patriotismo es un ataque contra el país, contra la persona. Es posible que sientan que es una obligación hablar bien de tu país y ponerte las pulseras del hijo del presidente y no estarán de acuerdo en que adoptar una especie de patriotismo es adoptar toda una ideología detrás de ella, como con cualquier propaganda (Colombia es Pasión, God Bless America, Es Lebe Deutschland). Y te dirán que más bien vuelvas por donde viniste, que "ya porque vivió seis meses en Quito se las viene a dar de ciudadano del mundo" o que "por eso estamos así, porque la gente no quiere a su país y no se compromete con él". Y uno podría entonces explicar bien lo que significa el cosmopolitanismo, desde la ilustación, desde Kant, hasta Habermas y Derrida. Pero esto significaría una afrenta pedante. Si ya se compró una idea de patriotismo, no se va a perder esa inversión poniéndola en duda. Si se les dice que cuestionar el patriotismo no implica automáticamente ser anti-patriota, te dirán que confundes patriotismo con patrioterismo. Te citarán casos en los que creen que el patriotismo ha llevado a alturas honorables a otras naciones. Y con seguridad te odiarán por tu atrevimiento, porque a la madre se le puede criticar, pero siempre será la mejor madre del mundo, de lo contrario eres un hijo desagradecido y desnaturalizado que se cree mejor o distinto cuando en realidad siempre sera hijo, quiéralo o no, solo que ahora hijo indeseable. Si rechazas tu patria, no puedes elegir otra; si la rechazas, te rechazas a ti mismo y te vuelves un extranjero permanente. Se les podra decir que la humanidad entera vive en el exilio, con una nostalgia imposible, pero ya estará tan polarizada la conversación que no habrá salida. Y en el futuro, estarás obligado a hablar mal del país, porque "cierto que ese es el que habla mal del país" y ya no te creerán otra cosa; ya perdiste tu oportunidad de pertenecer. Y cada vez que Juan gane un Grammy o Juan gane una carrera o Juan abra una tienda de café, no podrás ya alegrarte, porque eres un apátrida y esos son "nuestros" triunfos, "nuestros" orgullos; pertenen a los patriotas; nos suman puntos en el inexistente juego de las naciones. Eres Kundera o Cioran; eres un Naipaul que los triniatarios resienten por habrse "vuelto" inglés, aunque tengas origen indio o hayas defenestrado a la literatura inglesa (que ahora deberías amar por ser tu nueva patria). Pero a la hora de hablar de "nuestras" glorias, checas, rumanas o trinitarias, allí estarás en la lista.

1 comentario:

Daniel dijo...

Por qué se quiere más a amigos o familiares? Es una condición natural del amor humano.