30 oct 2007

Horus y César

En menos de una semana escuché (quiero decir, leí) una teoría poco seriamente presentada de que Jesús (el Cristo) no es más que una falsicifación de Horus y otra un poco más seria de que Jesús es una falsificación de Julio César. En el primer caso hay argumentos como que ambos fueron nacidos de virgen, bautizados a los 30, y muertos y resucitados a los tres días. En el segundo hay símiles entre Bruto y Judas, además de otros que no entendí del todo, porque estaba en holandés. No es la primera vez ni la última que salen a la luz estas "teorías". Lo que me sorprende es la seriedad con que se lo toman, como si uno pudiera hablar del ridículo sin estar parado sobre un subsuelo de ironía.

18 oct 2007

La luz otoñal

Puedo usar el color, puedo hacer lo que quiera, dijo antes de cerrar los ojos. Dos días después, cuando despertó, le preguntaron lo obvio. Sí, lo hice, contestó. Dónde, cómo, podremos verlo algún día, le preguntaron. Aquí, de esta manera, no, respondió. Pero el color, el color, por qué el color.

Tal vez porque en estos días soleados de otoño, la luz del sol llega casi todo el día de lado. O te calienta la espalda, o te enceguece, pero no se apoya sobre ti, sino que te impulsa o te ataja. Que la luz te mueva ya es importante. El segundo componente es el reflejo de la luz, sobre todo en las horas de la tarde, sobre el ladrillo, sobre los árboles amarillos. Como si a ellos también estuviera a punto de moverlos: se mantienen suspendidos a la vista, tan reales y, sí, acogedores.

Y luego oscurece, y queda todo en un silencio exarcebado, como si la oscuridad se disculpara por destruir la magia. Entonces entramos, con el minero, a una librería, cuyo tercer piso contiene exclusivamente libros de segunda (o tercera o cuarta). Dos joyas. Una novela de Pamela Anderson (así es, la famosa novelista que en algún momento creo que posó para Playboy) que estuve a punto de comprar. Y un libro sobre integrales que él compró. Y entre los pasillos, la pareja más fea que se haya visto jamás, besándose ruidosamente. Cambiaban de la sección de antroplogía, a la de poesía, a la de filosofía, buscando el pasillo vacío que les diera la privacidad que tanto deseaban y que tanto bien le haría al resto del planeta si la obtuvieran.

11 oct 2007

Perdón y tolerancia

Dice Derrida que solo lo imperdonable se puede (debe) perdonar, que solo lo intolerable se puede (debe) tolerar. Si perdonamos o toleramos algo que nos resulta inherentemente perdonable o tolerable, no estamos realmente perdonando ni tolerando nada. Solo el perdón o la tolerancia incondicionales son perdón y tolerancia. Yo tuve que tolerar el perdón. Mejor dicho, tolerar la manía de la bogotana de pedir perdón a todos por todo. Ay, perdón. Ay, perdóname. Ay, me deben estar odiando. Ay, qué pena. Es una mala costumbre de los colombianos del interior esa de disculparse por todo, de no querer incomodar, de no recibir cuando les ofrecen, de pasar desapercibidos, invisibles, pero haciéndose notar precisamente por eso. Y, como debe suponerse, no perdonan.

7 oct 2007

Papert

Hace diez meses estuvo de visita el orejón. Venía de paso desde Vietnam hacia Helsinki. Trajo consigo un periódico de Hanoi en inglés, porque le pareció curiosa (al menos) la noticia de que un científico que iba a construir modelos matemáticos sobre el caótico tráfico de esa ciudad, hubiera muerto al ser atropellado por una moto en ese mismo tráfico. La ironía parecía perfecta. Apenas empezada la lectura del artículo, me detuve. ¡Pero si es Seymour Papert! El autor de LOGO, el profesor de MIT, el autor de la Maquina de los Niños, uno de los precursores de la cibernética, de la inteligencia artifical, del uso de los computadores para el aprendizaje. No puede ser. Era. O más o menos. Primero, el propósito de su visita era atender a una conferencia (lo del modelo matemático no parecía ser el objetico primordial, aunque sí era cierto). Segundo, no había muerto. Estaba en coma. Primero lo estabilizaron en Hanoi y luego lo enviaron a un hospital de Boston con pronóstico reservado. A comienzos de este año empezó a recuperar la movilidad y la capacidad de lenguaje. La ironía (o es el destino sarcástico) se acrecentaba: Papert debía empezar, a sus casi ochenta años, a aprender de nuevo. No se en qué estadio de rehabilitación andará ahora, pero me pregunto si estará usando computadores para aprender.