21 ene 2009

Ética cibernética

La moral es la arquitectura y la ética es el diseño. En la arquitectura moral se definen los valores y se establece la diferencia entre el bien y el mal. En el diseño ético se reflejan las decisiones que ponen en práctica aquella arquitectura abstracta. La ética es una consecuencia de la moral en tanto en cuanto la moral es ambigua. Y la moral siempre es ambigua. Mis juicios, por lo menos, siempre se manifiestan tras un velo de ambigüedad moral. Las normas y valores que poseo (y que encima cambian) se dejan comparar de a dos en dos, pero poco más allá. Como en el problema de los tres cuerpos en física, en moral se da el problema de los tres valores o las tres normas. Por ejemplo, no pueden tener el mismo valor la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, que son claramente un lema arquitectónico para el cual aun no existe un diseño adecuado.

De nuevo, para eso existe la ética. La ética del utilitarismo por ejemplo sugiere un método seudocientífico para la toma de decisiones morales. Es cuestión de sumar y promediar para maximizar la utilidad del resultado. Por ejemplo, si la mayoría favorecen la Libertad sobre la Fraternidad, el diseño resultante será muy distinto que si la mayoría favorecen la Fraternidad sobre la Libertad. La Igualdad, por su parte, ni siquiera computa dentro de las formulas del utilitarismo, porque no hay manera de promediar la igualdad, o somos iguales o no somos iguales: es un valor binario.

La ética religiosa propone otra salida. Las respuestas a las preguntas morales se encuentran en los Libros Sagrados. El primer requerimiento es la formación en los valores de la moral religiosa como punto de partida para que la lógica ética sea aceptable. Dicha formación parte de los mitos y la fe para que la discusión moral sea llevada del plano de la lógica al plano de la metafísica. El segundo requisito es no buscar las respuestas directamente en los libros, sino hacerlo a través de los expertos, de los Altos Sacerdotes. Ellos interpretan la Ley Divina en nombre de todos y representan la voz de Dios al hacer juicios morales. Dichos juicios son distintos según el sacerdote, el país, el momento histórico o el Libro Sagrado o Dios subyacente, pero el diseño ético es el mismo.

La ética legal es un subconjunto de la ética religiosa. En este caso los Libros de Leyes reemplazan los Libros Sagrados. El Estado reemplaza a Dios. Los jueces reemplazan los Altos Sacerdotes. Algunos han buscado el establecimiento de una ética mínima que pueda servir como base para un diseño universal de la moral, para un conjunto de leyes y jueces internacionales. Los derechos humanos han sido la ética mínima más exitosa, pero aun está lejos de ser universal, porque se están saltando el hecho de que no existe una arquitectura moral universal.

El problema radica pues en tratar de proveer una solución complicada para un problema complejo. La moral es compleja por definición (el problema de los tres, cuatro, n valores). Y la ética no provee igual complejidad para la toma de decisiones morales. Las formulas lineales de la ética son incapaces de lidiar con los problemas no lineales de la moral. Entiendo que yo mismo estoy complicando lo que popularmente se traduce en los grises entre el blanco y negro moral, pero voy más allá sugiriendo que no hay ni blanco ni negro ni gris, sino toda una gama de colores, sabores, olores y texturas que ni siquiera pertenecen al mismo espectro.

En la práctica de la ética legal se ayudan de la sistematización para lidiar con este problema intratable. La acumulación de casos anteriores evita el tedioso proceso de tomar decisiones, dejándole el problema al primer juez que se encuentre con él. Supongamos que los casos son comparables entre sí, que no es cierto, pero tampoco es del todo imposible. Desde hace años existen sistemas computarizados que permiten a los abogados encontrar, registrar, agrupar, clasificar, almacenar y procesar la historia legal. Otra vez, esto parecería sensato si se tratara de una arquitectura moral estable, de unos problemas morales lineales y de una clasificación única de los casos archivados. Pero como no es así, se necesitan sistemas cada vez más sofisticados e inteligentes que utilicen algoritmos complejos para archivar, clasificar (en algunos casos automáticamente) y extraer esa información. Una de las técnicas a disposición de estos sistemas inteligentes es la lógica difusa. Óigase bien, lógica difusa. Yo no se ustedes, pero a mí no me gustaría ser objeto de un sistema legal que utiliza lógica difusa. Eres más o menos culpable, no estamos seguros, pero en tu caso digamos que sí.

Decía antes que el problema radica en proveer soluciones complicadas para problemas complejos. Si el sistema ético no tiene suficiente complejidad para procesar el problema moral no podrá dar con una solución definitiva, así que nos contentamos con una solución aceptable (para quién es otro problema). Recuérdese la Ley Cibernética de Variedad Requerida de Ashby que en palabras gruesas dice que solo la variedad puede destruir la variedad. Solo una ética suficientemente variable puede lidiar con una moral por definición variable. ¿Pero sería esto una ética?

Sería una cibern-ética.

1 comentario:

Daniel dijo...

Magistral, me encantó