11 mar 2007

Gato Negro, Gato Blanco


Nada que ver con la película de Kusturica. Me refiero a dos de los tres gatos del neoyorquino. Al parecer tiene un gusto especial por poner bajo su cuidado seres vivos, porque además de tres gatos (lo cual ya es bastante inusual en un hombre adulto, salvo, como en este caso, que viva solo) tiene varias plantas. Está además muy listo para relatar las aventuras de sus gatos como cualquier padre para relatar las de sus hijos. Y de igual manera, las aventuras no revisten ningún interés. Que el niño se haya raspado las rodillas en el parque hace dos semanas es equivalente a su historia de que el gato grande volcó un plato de salsa de tomate sobre el pequeño, tras lo cual debió lavarlo con un par de productos, de los varios que tiene apilados en su baño y cuyo uso no tuve tiempo de decifrar (eran más de quince). Pero su cuidado de mascotas no se reduce a sus gatos y plantas, lo ejerce igualmente sobre sí mismo. Varias veces durante su fiesta de cumpleaños recibió recordatorios de su asistente digital, que tuvo la amabilidad de compartir con todos: limpiar dientes, hacer abdominales, tomar vitaminas. Hasta ahí llegamos, supongo que luego vendrían: ponerse el pijama e ir a la cama. Esa manera de tratarse a sí mismo como a un Tamagotchi es quizá lo que despierta el instinto maternal de sus amigas, quienes lo peinan cuando lo ven despeinado o le dicen "baby" por teléfono.

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