11 nov 2006

De guayabera en Roskilde


Hace unos años estuve en Roskilde, que es un festival de música al aire libre de varios días en Dinamarca al estilo Woodstock (dicen ellos). El caso es que tenía pocas camisas limpias y uno de los días tuve que recurrir a una guayabera blanca. Así que ahí estaba, con guayabera, más apropiada para el malecón de la Habana o Los Pegasos de Cartagena, rodeado de vikingos ebrios en medio de una presentación de Iron Maiden o Hellacopters.

No se qué me motivó a llevar guayabera a Escandinavia, pero en cambio, tiempo después no la llevé en otro viaje en el que tuve la oportunidad de visitar la renovada Cueva en Barranquilla, donde hubiera sido muy apropiada. Habría ido muy bien de la mano de un Guayabín, por ejemplo: un coctel como para un afeminado Scott Fitzgerald, más que para un Jemingbuey, como el que aspiraban a ser los cazadores costeños que frecuentaban este lugar hace décadas y que difícilmente lo elegirían hoy de bar con sus rones aguados, sus precios de Hotel El Prado y sus meseros uniformados.

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