¿R.H.?
A los colombianos nos molesta cuando alguien no sabe dónde queda nuestra país, qué idioma hablamos o qué tenemos aparte de narcotráfico y guerrilla. Me he dado cuenta, cuando hablo de Colombia, que este desconocimiento no es estupidez o ignorancia en contra nuestra (aunque a veces lo es) y que es una mina de oro para armar conversaciones con extranjeros.
Por un lado, cuando un colombiano sale conque está indignado de la nota que acaba de salir en tal o cual periódico o de que tal personaje se ha referido a nosotros como Columbia o de que siempre le piden droga en las fiestas, le pregunto por Botswana o por Sri Lanka. Si sabe algo, lo cual típicamentge no será el caso, serán generalidades negativas sobre los países africanos o una equiparación con la India en el segundo caso. Fácilmente se derrumba el argumento de que los gringos (que en muchos casos designa a cualquier extranjero) son unos ignorantes porque nada saben de Colombia, como si saber algo de Colombia fuese conocimiento obligado. En Colombia todavía creemos que la comida Thai es cualquier cosa con ají, curri y leche de coco; que en Botswana la gente anda desnuda con moscas en la cara o que todos los chinos (incluyendo a japoneses y coreanos, por ejemplo) son igualitos. Y si se les pregunta sobre, por ejemplo, la capital de Kansas o por John Dos Passos no podrán responder. Creen que por ver su cine y su música tienen a los Estados Unidos decifrados y se molestan de que la cosa no sea recíproca. Incluso más hipócritamente se indignan de que lo que se sabe de Colombia se aprenda en televisión o cine, como si ellos hubieran aprendido de EE.UU. escuchando a Coltrane y leyendo a Schlesinger (padre e hijo). Si lo anterior no funciona, entonces me vuelvo aun más odioso y les pregunto en qué Departamento de Colombia queda Dibuya o qué quiere decir el R.H. en R.H. Moreno Durán; si uno no conoce su país no tiene derecho a criticar el que los demás no lo conozcan.
Por otro lado, me gusta jugar un poco con los extranjeros, porque cuando les hablo de Colombia, me doy cuenta de que hasta las cosas más simples y ciertas los impresionan. Si les digo que en Colombia uno saca la mano y un bus le para al frente, o que hay un reinado del burro, no se lo pueden creer. Es en serio, repito, no solo paran en cualquier parte a recogerte, sino que si te ven joven reducen mucho la velocidad cuando te quieres bajar, pero no se detienen del todo. Les cuesta trabajo creer que esto es verdad, pero como lo es, pueden verlo en mis ojos, terminan creyendo entre risa y sorpresa y ya en adelante puedo mentir. Me doy cuenta que si la verdad los impresiona, más vale adornarla. Como no tienen ningún interés real y el turismo hacia Colombia es mínimo, jamás corroborarán lo que les digo. Si por ejemplo combino lo del transporte y los burros, puedo decir que en Colombia las familias ricas tienen varios carros, pero tambien varios burros, porque hay lugares en Bogotá a donde solo se puede llegar en burro. Que son burros bonitos, ganadores de reinados, pero que se imaginen a un presidente de multinacional montado en su borrico para llegar a una reunión en un lugar inaccesible de los cerros. Cuando les digo que los tomates tienen más sabor allá, suenan interesados (o indignados en el peor de los casos), entonces también les digo que el café que exportamos es lo peor, que es bueno, pero es el peor, que es con lo que los ricos alimentan sus burros. Cuando me preguntan por la raza o el idioma de los colombianos, les digo que casi todos hablamos dos o tres idiomas, además de la lengua indígena propia de cada región. Les digo que somos una sociedad multiétnica equitativa, pero que las ciudades más prósperas son las del pacífico, dominadas por negritudes, que Bogotá solo es la capital por razones históricas. Cuando me piden cocaína, les digo que ya hace rato, desde que mataron a Escobar, en Colombia no se produce cocaína, que ahora estamos en el éxtasis (XTC) para sacar del negocio a los holandeses. Esto le arde un poco, no porque les quitemos el negocio, sino porque les quita el gusto de asociarnos solo con la droga, como si eso no fuera exactamente lo que le pasa a Holanda, donde todos los turistas vienen a encerrarse horas a fumar marihuana en los coffeeshops. Incluso les digo como en Colombia los sepulcros blanqueados tienden a decirte "mucho cuidado con la droga" cuando dices que te vas a vivir a Amsterdam. No pueden creer que le digan eso a un colombiano (y de nuevo, mis ojos aquí dicen la verdad). Cuando me preguntan por la guerrilla, les digo que ya no hay, que quedan algunos vestigios, pero que hace años elegimos a un presidente que es jefe de los paramilitares y que ahora hay una calma tensa pero segura gracias a sus ejércitos ilegales. Cuando me preguntan si hay mucha pobreza, les digo que no, que en cifras oficiales más de la mitad de la población está bajo la línea de pobreza, pero que todos sabemos que es una cuestión de vocación, que esos colombianos con una hamaca y un vallenato son felices, entonces no necesitan más. Cuando me preguntan por nuestras riquezas naturales les digo que tenemos las mejores esmeraldas del mundo, pero que las damos bien baratas para que se enriquezcan en Amberes puliéndolas y vendiéndolas a la realeza. Cuando un holandés me dice, ayer conocí a X, él es brasilero, lo conoces, me imagino que sí, ustedes tambien hablan portugés, cierto, le digo que claro, que lo conozco y hablo portugués, entre otros. También le digo que yo conocí a un belga, que deben ser íntimos, porque practicamente son el mismo país y él también habla holandés me imagino, como en toda Bélgica, cierto? Nuevo ardor: detestan a los belgas.
3 comentarios:
A los alemanes les encanta "lo exótico" y lo extranjero (pero para ver en vitrina porque son sumamente xenofóbos y racistas). De Colombia, además de lo obvio, mencionan que es país de fútbol y hasta se emocionan de pensar que mi hijo será un excelente futbolista alemán. Mi esposa ya le consiguió un entrenador etíope, porque yo detesto el deporte de los 23 imbéciles que persiguen una pelota en calzoncillos.
No! El futbol es super chévere! Cualquier deporte que requiera sabor y cintura es lo que el necesita. También que le consiga profesor de baile.
De acuerdo con Daniel, pero éste, no el otro; eso del fútbol en calzoncillos es lo que decía Daniel Samper en los ochentas. Martin, a por la copa.
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