Pakis y guiris
La Rambla es la frontera. Lentamente empieza a variar la composición de guiris a pakis. Los unos compran paellas de diez euros, los otros venden tikka massala por lo mismo. Los unos siguen en el sol aun después de haber adquirido un permanente color y textura de cartón (no me refiero a quienes van tres días y buscan quedar rojos a como de lugar, sino a aquellos que ya estando morenos quieren llegar a negros sin lograrlo jamás); los otros les venden culbiar y tatuajes borrables.
Luego está el submundo de los anarquistas, okupas, freegans y manuchaítos. Que no es tan submundo si se considera que están en los bares, en las calles, visiblemente numerosos y homogéneos. En un país donde la pobreza se concentra en la población imigrante subsahariana, marroquí, paki o latinoamericana, los nativos, y a veces los guiris que se dejan rastas rubias, buscan la manera de vivir como pobres del tercer mundo. Muchos de ellos, claro, son auténticamente pobres o han adquirido un compromiso con una ideología política o social alternativa. Otros no. Por ejemplo, al escarbar basuras buscando comida le llaman "urban foraging", al echar dedo le llaman "eco-friendly transportation", y a la invasión de apartamentos vacíos le llaman "rent-free housing" u okupación en este caso. Rescatan la sutil diferencia entre ser desempleado (unemployed) y estar sin trabajo (jobless). Un desempleado es alguin que no puede acceder temporal o permanentemente a un empleo tradicional. El segundo, en este caso, opta por vivir sin empleo, es decir, fuera de la sociedad: voluntary joblessness. La justifiación del parasitismo por razones políticas, altermundialistas o ecológicas ciertamente les resulta atractivo a muchos, a juzgar por la cantidad que comparten este estilo de vida, al menos en lo visible, en la vestimenta y la forma de llevar el pelo. Esta froma de neohippismo es más que eso; se renueva desde siempre y para siempre. Qué son los monjes mendicantes, sino okupas de corte religioso que en vez de rent-free o eco-friendly, le llaman pobreza bienaventurada o exaltación de los espiritual sobre lo corporal.
Los guiris y los pakis, sin embargo, en general, ven esto no más que como una porción marginal (es decir, al margen, pero dentro) de la sociedad que no cuenta ni para sí, ni para no. Los pakis (uso el término libremente y obviamente como una etiqueta que abarca una población más compleja) andan preocupados por su supervivencia, por los que dejaron atrás, por buscarse un paréntesis o un punto final en la historia de su clandestinidad, por lidiar con los efectos de los discursos más radicales antinmigración, como en el caso del CiU, y de los moderados que cada vez se parecen más a los primeros - algunos, por ejemplo, ven a Sánchez Dragó como moderado en este nuevo orden. Así, es fácil entender paradojas como las de que los pakis se vuelvan xenófobos (de sí mismos, claro) o los guiris quieran quedar negros al sol.
Y luego están los que para un paki podrían ser guiris y para un guiri podrían ser pakis. Si te pillan en el Raval y te meten preso, ¿con que pandilla te sentarías a almorzar?
1 comentario:
con los paqui-guiris, los grises, los ni lo uno ni lo otro. Con los que estabas cuando te pillaron en el Raval... a menos que al diferenciar lo hiceran tambien por sexos y entonces, en la complejidad de categorizar lo diferente, apuesto que encuentro un parecido con quien okupar el anonmimato.
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