7 mar 2007

Elvira reconstruye el edificio kantiano


Kant trata el "genio" como una larga inyección de cemento en su estructura estética para que el edificio no se derrumbe. Si el genio es aquello que está imbuido de espíritu humano, que es único, irrepetible, y no el producto de un proceso mecanico, entonces queda claro que el genio está reducido al ámbito del arte y, por ende, el gusto (el juicio universal sobre la belleza) debe partir del genio como premisa para juzgar una obra de arte. Según eso, las obras de Warhol no podrían considerarse obras de arte, no tanto porque carezcan de espíritu (aunque también), sino porque son producidas mecánicamente: no son ni únicas, ni irrepetibles. Vale decir que irrepetible no es lo mismo que irreproducible. Un pintor altamante entrenado es capaz de reproducir (copiar, imitar) una obra de un maestro clásico, pero no será jamás capaz de repetirla. En cambio, cualquier presentador de televisión o estudiante de arte puede ser entrenado en unas horas sobra la serigrafía y es capaz de repetir (y reproducir, claro) a Warhol. Por supuesto, esta era la intención de Warhol: convertir el arte en un certificado de autenticidad y no en una cuestión de genio. Warhol no es el punto. ¿Qué hay de los que consideran sus obras como arte? No tienen gusto. Pero esto tampoco es grave. Quizá la palabra genio es la que confunde. Cuando pensamos en genio, lo asociamos a las luminarias extraordinarias de la humanidad. Este no es el sentido que le da Kant. Por ejemplo, en Schoenberg podemos aplicar el gusto para identificar el genio en sus cuartetos de cuerdas y verlo claramente. Pero igual podríamos verlo en sus pinturas. No recuerdo quién fue el "genio" que convenció a Schoenberg de que pintara, pero el pobre se lo tomó tan en serio. El genio pues no es algo para nada extraordinario y es tan solo el punto de partida en el juicio estético. En la pintura de Schoenberg sería difícil llegar más lejos. En su música ya sería posible debatir su valor estético más allá del genio. En Warhol no se llega ni a ese primer estadio. Pero es arte. Existe un acuerdo (universal) al respecto. Perdimos el gusto porque sacamos el genio de la estructura y se derrumbó el edificio Kantiano. ¿Qué camino le queda a la estética? El de Elvira Madigan.

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