El mundo tercero
Me acompañó en el tranvía un marroquí locuaz, joven y simpático. Empezó preguntándome de dónde era y terminamos hablando una mezcla de holandés y español, porque dada su cercanía con el país ibérico es normal que haya recibido clases de español en el colegio. También dijo luego que el sur de españa había sido de los magrebíes y que las gentes del norte de Marruecos o el sur de España están borrosamente separadas. Sin embargo, fue claro en que compartíamos nuestra hermandad en ser ambos del "mundo tercero" (sic). Me preguntó retóricamente si no creía que la vida se había puesto difícil en Holanda. No le resultaba fácil conseguir empleo, se había vuelto difícil realizar cualquier trámite y el sustrato racista emergía en una clara ebullición incontenible. Vale, no lo dijo así, pero en sus ojos se leía una mezcla de resignación, frustración y rabia. Una rabia que no era contra Holanda, sino contra el mundo entero por habernos premiado con nacer donde nacimos; no contra Holanda, porque fue aun mas enfático en decir que en Marruecos no era difícil, sino imposible vivir. Incluso le costaba ir de vacaciones, porque hasta Turquía, Grecia o la misma España tenían costos inferiores. No hay trabajo, pero te cobran veinte euros por una comida decente, me dijo. Cuando la conversación pasó de la frustración a la esperanza, llegó mi parada; se despidió "Adios, amigo" y se quedó pensando en que, luego de un largo día, finalmente llegaría donde su joven mujer e hijo recién nacido.
A propósito de Colombia en el medioevo tardío: Hoy sale en El Tiempo la noticia de que en el Tolima, durante la Semana Santa, castigarán a los infractores de tránsito con un paseo vergonzoso en burro.