Wenders o Kiarostami
- ¿Quién es Dios?
- Dios es un extraterrestre con el corazón roto.
- ¿Y quién se lo rompió?
- Adivina.
- Pues qué peligro.
- Exacto, creo que todo esto no es más que un intento por compasión forzada. Com-pasión.
- Entiendo, pues tiene mi solidaridad.
- Es lo único que quiere.
- Y qué hay de las religiones que dicen que Dios está en uno mismo.
- Esas son las que más claro lo tienen. Hay que buscar el pozo profundo del sufrimiento propio, que es el sufrimiento de Dios. Solo así se entiende que no hay sufrimiento. Que Dios, humanizado o no, ya ha sufrido por nosotros y lo único que nos pide es un poco de agradecimiento y conmiseración. Conmiseración que en muchas variantes se traduce en solidaridad con el prójimo, donde también habita Dios.
- ¿Y entonces lo de "extraterrestre" por qué?
- Ah, eso es solo un recordatorio de que nuestra presencia en la tierra es efímera, que nuestra alma eterna habita por fuera del mundo material.
- ¿No es un poco perverso que haya que sufrir solo para descubrir que el sufrimiento es una ilusión y así encontrar a Dios al comprender nuestra inmortalidad?
- Es que no dije inmortal, dije eterna, que no es lo mismo. Precisamos la muerte. Sí es una prueba de fuego, pero es absolutamente necesario que este rito iniciático que es la vida se termine.
- Así que cesamos de vivir, pero no de existir.
- Y ahí está el milagro de la vida. Como solo tenemos una, pues más vale aprovecharla. Que ya después no sentiremos dolor. Pero tampoco podremos tocarnos, ni tocar a otros.
- La eterna soledad.
- No, no. Solos no estaremos, pero el roce de la piel será un vestigio. La conciencia de tus entrañas y la noción de tu identidad física serán como un apéndice, como un cordón umbilical que solo nos ha dejado ombligo.
- ¿Y el amor?
- Amar y pensar será lo único que nos quede.
- ¿Cómo amarnos sin tocarnos, sin vernos?
- Es que nos amamos aquí, por eso repito que la vida lo es todo, aunque finita. Quien no ama en vida, ya nunca lo hará. Quién no haya tocado realmente a otro ser humano, o no se haya dejado tocar, ya nunca lo hará luego.
- Eso sí que sería sufrir.
- Voilà.
- ¿Y si un niño muere?
- Mira que tienes cada pregunta, teólogo no soy. No se si viste Paris, Texas de Wenders, es una película sobre las relaciones humanas y el aprendizaje. Un hombre se pierde de sí mismo y vuelve, como un niño, a descubrir el mundo y entablar lazos familiares. El mundo es grande y es extraño y, en últimas, aunque está lleno de cuerpecillos y gente televisada, no conocemos realmente más que a un puñado de personas. Especialmente los niños tienen un "social network" bastante reducido, los tíos o los amigos de los padres son más importantes para un niño de lo que ellos mismos piensan. De hecho, el personaje de la película, cuando vuelve en sí, descubre que lo que estaba buscando era reunir a su hijo con su madre, él ya estaba perdido.
- Eso no me respondió nada. Primero, deja abierta la posibilidad de que quedemos flotando perdidos eternamente. Segundo, deja al niño con la única posibilidad de conocer el amor maternal, y aun así, con el riesgo de ni siquiera tener eso.
- Es que no hay que confundir. Si bien la vida es el momento único de entablar relaciones físicas mediadas por el amor, no es que nuestro objetivo como seres humanos sea ese. Este hombre podrá caminar el desierto por el resto de sus días y noches, pero ya no buscando el hogar perdido que le revele su identidad, sino sabiendose completo y significativo porque ya la búsqueda terminó.
- El hombre de nuevo. ¿Qué hay del niño?
- No escuchas. El hombre se hizo niño de nuevo para volver a empezar. Pero al empezar de nuevo se dio cuenta que lo importante no era él mismo, que ese había sido su error en primera instancia.
- No todos pueden volver a empezar.
- Los que no lo lograron la primera vez, sí.
- ¿Entonces me empacas un poquito de reencarnación en un tu religión?
- Nada de eso, dije "pueden" volver a empezar, no dije que todos lo hicieran. El infierno es morir antes de volver a empezar si fallaste en primera instancia.
- Si la idea es encontrar el amor y desprenderse del ego, ¿estamos frente a una contradicción o frente a una disyuntiva?
- El hombre solo encontró el amor al desprenderse del ego.
- ¿Y tú?
- ¿Yo? No, yo no creo en Dios. Yo me conformo con el sabor de la cereza.